El Alavés ha dicho este miércoles adiós a la Copa ante un Primera, el Espanyol, y con una mezcla sensación de rabia por la despedida de una competición atractiva,
pero también de alivio porque el bloque, falto ahora de efectivos por la sucesión de lesiones, puede centrarse ya de forma completa en la Liga Adelante, donde alberga la aspiración de mantener la categoría y crecer poco a poco. Sin ser definitivo, el 0-2 de la ida, con gol en el descuento incluido que minó la moral local, se reveló un muro infranqueable para los alavesistas.
El Alavés se despide del torneo del k.o. en dieciseisavos de final, un momento donde la exigencia, de haber pasado, comenzaba a ser decisiva. El rival de octavos, de hecho, hubiera sido el Valencia, uno de los más potentes de este lado del cuadro. En el otro se apiñan Barcelona, Atlético y Real Madrid (Estos dos se las verán entre ellos si los de Simeone certifican este jueves el pase contra L'Hospitalet, como es más que probable). Mucho desgaste para un club, el albiazul, que donde se juega la vida es en la competición liguera.
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